martes, 7 de mayo de 2013

ALONSO REYES BARROSO: CENTENARIO DE SU NACIMIENTO (1913-2013)

ACTO CONMEMORATIVO 
EN EL SALÓN DE ACTOS DE LA REAL ACADEMIA CANARIA DE BELLAS ARTES SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
LUNES 22 DE ABRIL DE 2013
Despues de la apertura del acto, interviene en primer lugar, en representación de los antiguos alumnos, el arquitecto y pintor canario D. Felipe Hodgson Ravina con el titulo de "D. Alonso Reyes: Su generosidad y la metodología y enseñanza del dibujo" ...
A  Don Alonso Reyes...

Para entender  esta narración, se hace necesario ubicarla en su entorno y en su  tiempo que se describe, por decir de ese momento atrás, no existía la TV tampoco se hacían fotocopias, si se arreglaban las carreras de la medias de las señoras con una máquina muy extraña y,  si  existían los llamados carritos con ruedas, donde vendían todo tipo de golosinas incluido los bocadillos de chorizo de perro, aún no estaba proyectada  la autopista Santa Cruz-La laguna, con eso digo mucho.
Después de haber efectuado el ingreso a  bachillerato, dejamos atrás el colegio de abajo o los Escolapios de la Rambla.
Felipe Hodgson Ravina

Allí pasamos nuestra infancia de preescolar, recibiendo clases con un solo profesor por año, desde párvulos hasta ingreso. Y así pasaron los años plácidamente en este lugar lleno de niños con babis de rayas azules y blancas. Todavía recuerdo,  quien me enseñó los  signos llamados letras y su sintaxis, la ciencia de los signos y el sonido de cada letra, que unidas entre sí, esa mujer te invitaba a la lectura sin parar, diciéndote en ese caso que ya leías de corrido. Muchas veces me dejaba dormir en sus brazos al intentar  vocalizar “mi mama me mima”, y al despertarme me era muy placentero verla junto a mi lado. En este caso, la persona era Doña Lola. (Doña Lola recibió la medalla de Alfonso X “El sabio” por el Ministerio de Educación). Enseñó a media Santa Cruz a leer y escribir.

Olía a Heno de Pravia y tenía una sonrisa que te daba tranquilidad y sosiego. Ella me enseñó cariñosamente un modo de relación universal de entendimiento sobre esos garabatos, llamados letras con su estructura escrita, y  poder entender y aprender la  lectura unida a la forma de vocalizarlos para  recitarlos con entonación y exponerlos públicamente. Vamos… el famoso estructuralismo.
Introducción

Después de los dos meses de verano, accedimos todos los estudiantes que habíamos aprobado el ingreso a bachiller,  al primer año de bachillerato, a un castillo en lo alto de una montaña, con el nombre de colegio de “arriba” o el Quisisana. Justamente en el primer día de clase con los nervios en la barriga, a primera hora de la mañana, los 109 alumnos más el que escribe esta narración, fuimos reunidos en un aula llamada sala de permanencia o estudio. Nos sacaron al azar a diez escolares delante de la pizarra, yo entre ellos y,  un profesor de matemáticas, preguntó a los “afortunados”, ¿que era  un número natural?. Nadie respondió, silencio sepulcral. Renglón seguido, formuló la siguiente cuestión: ¿qué era un número decimal? De nuevo, silencio. Así sucesivamente continuó disparando preguntas como que era un número quebrado, mixto, etc... Como ustedes podrán imaginar, el silencio reinó en la sala. Pero, de repente, a causa de la tensión palpable en los 10 del “paredón”, comencé a reírme de forma nerviosa ante la falta de respuesta a las preguntas de matemáticas del profesor. ¡¡!RIAN!! (Ruido que expresa el impacto de su mano contra mi cachete, comúnmente llamado, bofetón).
El Colegio de arriba: El Quisisana

Al recibir el impacto, pensé para mis adentros, “esto es el colegio de arriba”. Ese día desfilaron ante nuestros ojos cinco profesores, uno detrás de otro sin sentido,  para niños de diez años. Fue una experiencia muy agotadora y decepcionante ya que todos esperábamos a Doña Lola entre ellos. El profesor matemático, fue D. Victoriano.
Al cabo de dos meses, si les afirmo claramente que,   esos niños, repartidos en sus respectivas aulas de 1º A, B y C, manejaban el timing de todos los pedagogos, estructurándolos por, profesores con cachondeo total en clase, semicachondeo y seriedad total. Por ejemplo, teníamos un profesor de lengua al cual le poníamos cochinitas o vaquitas en su traje al pasar junto a los pupitres, llenándole toda la espalda de estos bichos. Otro método era, mientras este señor estaba en su mesa impartiendo clases, tirábamos al suelo media peseta y él, al oír el sonido de la moneda impactar en el suelo, su sonar interno detectaba entre los pasillos de los pupitres el lugar donde se encontraba la media peseta y cautelosamente se acercaba a la moneda, la pisaba y la recogía, momento para aprovechar como buen comando que éramos todos en clase para depositar más cochinillas o vacas en su traje.
Otro era el Padre Antonio, muy parecido Filemón por sus gafas y que estaba medio sordo, y con la característica en su andar a cámara lenta. Esto hacia que también su forma de hablar fuese igual que el de su caminar con esa cadencia, muy lenta, lenta, por lo que su mote era,  “El cámara”. Él  nos daba latín y cuando recitaba en alto… “booonus, booona, boooonushh” , la primera fila de la clase se movía como un barco de vela, de babor a estribor o viceversa en función de los movimientos pendulares que ejercía  el cuerpo de “el cámara”, y toda la clase se movía al unísono con él. Derrepente paraba en su desplazamiento oscilante, diciendo en alto, ¡pero porqué se mueven! Instantáneamente, nos frenábamos tal como se paraba su cabeza, o a estribor o a babor, mientras transcurría la clase.
Otro Dibujo
Aparte, estaba el concurso de los gritos, que, como este Padre  estaba sordo como una tapia, que consistía en cronometrar con el reloj que portaba un alumno, cuyo padre tenía un bazar hindú, y lo traía el día del concurso sin que se enterara su Padre un cronometro tal cual, para dilucidar el grito más largo de toda la clase. Por cierto, perdí esta competición por décimas de segundo. Me lo ganó Farizo.
Otro cura con el que uno podía armar jaleo en su clase pero con precauciones era el Padre Julián, también llamado “El loco”. Cura de procedencia gallega, de mirada perdida por su ojo de cristal, secreto bien guardado por alguno de mis compañeros que sabían cuál era el que le fallaba su vítreo y así hacer señales con la mano en la zona visualmente en precario. Se le podía vacilar, pero si entraba en cólera,  te hacia “escupir el demonio” literalmente con esta frase introductoria: “Iiih, madre, escupa el demonio”.  Había que tener en cuenta la cantidad de saliva a escupir ya que si era excesiva, “el loco” bramaba con el puño cerrado, “no le he pedido que lo escupa tan gordo”, seguido del, anteriormente citado “RIAN”. Otra manera de amenazarte era mandándote a la capilla de rodillas para sanar los pecados. A veces emulaba a Hamlet, mirando hacia el techo, subía un brazo y declamaba bien en alto…“Iiih, madre, Galicia, la meona de España, se pasa todo el día lloviendo”, bajaba la mano y continuaba la clase.

Recuerdo una vez  que,  con una tonga de cuadernillos que tenía apilados en su mesa, uno encima de otro como si fuera una torre, el Padre Julián empezó a revisarlos y  sin venir a cuenta, derrepente,  lanzó uno tras otro los cuadernos sobre todos nosotros, como el que tira los cuchillos en el circo. Poseído por el diablo, que había que escupir anteriormente, la cadencia de tiro de los cuadernos iba increchendo. Nosotros, al ver la trayectoria de las voladas de estas hojas desplegadas en su planeo, evitábamos el impacto de estos cuadernos a semejanza de un  boxeador de cintura ágil. Al aumentar los decibelios de gritos de todos nosotros por el asombro de los vuelos de lo ícaros de papel, la sangre que corría por las venas de “el loco” hicieron crecer su tensión, y por ello,  hizo el mecanismo de cerrar el puño para comenzar a golpear a diestro y siniestro a los alumnos. Nosotros, con los ojos como platos por el asombro de su ímpetu, y actuamos como una melé de rugby pero en vez de atacar nos fuimos retrocediendo hasta que nos arrinconó en una de las esquinas del aula, como si vinieran las hordas de Atila, y ante este ataque actuamos como los romanos con sus escudos haciendo la técnica de la tortuga de defensa del ataque, aunque varios de primera línea de trinchera, entre ellos yo, recibiéramos impactos de este puño cerrado. Viendo la que nos iba a caer, unos sobre otros, gritos,  las maletas por aquí y por allá libros por los suelos, caos total y, ya en el último suspiro del K.O. técnico, nos salvó el ring del timbre por la finalización de la clase. Nos levantamos todos y hasta el día siguiente.
Mantengo y afirmo,  que el haber recibido este tipo de enseñanza, en un determinado tiempo y con estos pedagogos nos marcó a todos nosotros, en nuestro espíritu surrealista.
Profesores con seriedad total.
Don Bienvenido, profesor de Formación del Espíritu Nacional. Persona alta espigada, pelo negro y peinado con raya y  fijado con fijador luki. Su aspecto era de comisario de policía. El no paraba de hablar en la clase por esa virtud, su mote era,  “el Calandria”. En su clase decía, ¡quiero oír las campanadas del cabildo! mientras golpeaba sobre la mesa el cigarro sin filtro antes de encenderlo, fumando uno tras otro, sin parar.
D. Alonso Reyes. Esa persona entró en clase y,  nada más pasar  la lista de los alumnos presentes, todos nosotros sabíamos que era de los duros. Su aspecto era de pívot de baloncesto a semejanza de Shakil O’Neill, vamos un armario de persona un 2x2. Vestido como si fuera un lord inglés, con chaqueta de lino claro y con pañuelo en el bolsillo  a la altura del corazón de la misma. Así como Doña Lola olía a su colonia, D. Alonso olía a le de Cesar imperator. En aquellos tiempos los escolapios tenían su propia imprenta de editorial de libros,  con la autorización del Ministerio de Educación. En clase, nos dijo contemplado el cuaderno de dibujo de esa editorial, que él no quería copistas en clase y por lo tanto nos guardásemos esas estampas pues no las íbamos a necesitar para nada. Su método funcionaba de la forma siguiente, se traía una figuras de yeso, tal como un pié, una mano, una parte de una cabeza de una persona, o unas hojas de acanto del capitel corintio. Lo primero era encajar la pieza de yeso mediante un dibujo sobre un papel que tenía unas medidas establecidas. Nos decía, tracen una vertical y horizontal a lápiz y todo lo que se unía entre esos puntos eran mientras mirábamos la pieza los puntos de referencia para plasmarlo sobre el soporte y quedar proporcionado. Luego, venía el método de difuminar con algodón para dar los claros oscuros de la pieza y llegaba a  la goma que proclamaba bien en alto… ¡la goma no es para borrar, sino para difuminar!, justamente esas palabras las usé yo, más adelante dando clases en Madrid en la Escuela de Arquitectura en la asignatura Análisis de Formas Arquitectónicas, que era la asignatura hueso de primero, repitiendo a los alumnos…las mismas palabras de D. Alonso en relación a la goma de borrar. Su generosidad era una  virtud destacada en su personalidad, ya que toda persona que recibió  su aprendizaje no deja de decirme la gran persona que fue, tanto como pedagogo como de trato hacia el alumnado. En una de las clases, me atreví a decirle si me podía llevar a mi casa una pieza y me la dejó llevar para practicar en casa. 
Alonso Reyes

La desilusión.
En segundo año de bachillerato D. Alonso no me impartió sus clases y caer en desgracia por darme la asignatura a primera hora, un profesor que tenía como método de enseñanza el  repartir estampitas de escudos heráldicos de las ciudades de España  por los pupitres y nos pasábamos dibujando toda la hora los dichosos escuditos con la desesperación mía, y así pasamos a ser copistas. Dicho profesor también, nos daba la asignatura de geografía mundial de doce de la mañana a una de la tarde. En clase, siempre existía el repetidor de cursos superiores, y por regla general por su edad eran unos abusadores de todos nosotros más pequeños, y personalmente ya me traía bastante caliente dicho compañero. En clase de geografía, lo tenía castigado dicho profesor debajo de su mesa y cuando este profesor estaba escribiendo en la pizarra las ciudades de China, este gandul abusador, me empezó a  dar cortes de mangas, yo tenía a mano una goma gigante de Milán, se la lancé desde el fondo de la clase donde yo estaba situado y con tan mala fortuna, se desvía de la trayectoria,  dándole al primer pupitre y observé como el rebote de la dichosa goma volaba hacia la pizarra y le daba en la espalda del profesor.
Total, que me echó durante un mes de la clase y me volví un fugado o escapista de última hora de la mañana, usando artimañas para que no me trancara el Prefecto del colegio. Muchos días de ese mes me refugié en los confesionarios de la capilla, esperando pasar la hora de clase y esperando oír el timbre, por cierto el Padre Vicente, me vio salir una de las veces de la Capilla y seguro que habrá pensado para sus adentros,  lo religioso que yo era. Otras,  me iba a la azotea, o me quedaba en la escalera de un torreón agazapado durante una hora. En aquella época, existía un concurso de navidades en la pizarra en que dibujábamos motivos navideños y yo era el autor de la plasmación ante el encerado. Existía premios por clase y siempre nuestra clase se llevaba algún premio siendo yo el autor. En el colegio se sabía perfectamente quien era deportista, quien era príncipe de estudios, quien destacaba en alguna materia y quien era un completo gandul. Yo despuntaba en el tema del dibujo y…ya finalizando el curso habían los exámenes para las matrículas  de honor en las diferentes asignaturas y precisamente estando yo jugando en el recreo me observa el prefecto y me dice ¿Felipe tú no te presentas al examen de matrícula de honor de dibujo? Le respondo negativamente y me llevó a la clase donde se estaba efectuado el examen, el Padre habló con el susodicho pedagogo y este,  le indicó que más bien yo estaba suspendido, pero ante la insistencia del Prefecto me dijo este señor que me daba veinte minutos para que consiguiera lápices de colores y una hojas para dibujar, así salí corriendo como una bala a mi casa y con veinte minutos de ventaja de los examinandos, al entrar en clase me dijo,  se está dibujando el crucifijo de la clase, total me pusieron un diez, pero no lo matrícula.
Boceto ... dibujo...

El rescate.
Al año siguiente, me volvió a tocar el mismo profesor y mi gran desilusión fue tan grande hasta que ¡sorpresa!, se me ilumino la cara al ver aparecer a D. Alonso en la clase y hablar con este profesor y me dice bramando ese señor… ¡Hodgson coja sus tratos y váyase a la clase de D. Alonso! Mi gran rescate, vi los cielos abierto. En ese curso de tercero se impartía el color y la perspectiva caballera, con el uso de tiralíneas de tinta china, más la escuadra y el cartabón con el compás correspondiente. En clase yo tenía un gran amigo a mi lado que dibujaba muy bien y portaba una caja de lápices de colores llamados “Berol”  de Venezuela, eran lápices mas grasientos, calidad que en su uso  formaba unos contrates más que contundentes frente a los alpinos españoles. D. Alonso los observó y nos dijo como buscar más tonalidad en los trazos, apretando más o menos al dibujar y empezó a leer en alto la cantidad de colores que portaba dicha la caja de creyones de dicha marca, el dijo en alto… aquí falta el color Bermellón y el color Albero de las plaza de toros, y dio una disertación sobre ese rojo anaranjado y el de los tonos amarillentos, y formulaba mediante círculos cromáticos la teoría de los colores primarios, los secundarios en combinación de estos primeros, y nos hablo de los impresionistas en tercer año de bachillerato, pero de aquel tiempo. Otra anécdota fue cuando yo tenía un lápiz de publicidad de  una marca de sopas, el me lo pidió y se puso a dibujar con este lápiz, explicando a la clase cuales eran las cualidades de una mina dura y una blanda. Ahora sería un lápiz H ó lápiz B.
"Método de D. Alonso"
Una vez estando ya en los cursos superiores, entramos varios a los baños durante el cambio de clase. Estaban estos aposentos frente  al aula y al lado de la capilla, y al salir nosotros del W.C.,  observamos  que entraba a la capilla D. Alonso con una bata blanca y al vernos nos dijo que le acompañáramos a la sacristía de la capilla. Allí tenía desplegado un Cristo envuelto en sábanas, todas las gubias, martillos etc.… sobre una mesita al lado del cuerpo que tallaba,  quitó el envoltorio y vimos una preciosa talla  de madera con el Cristo, nos invitó a tocarla y nos dijo que casi la tenía acabada a falta de mas lija y que le iba a pasar los barnices correspondientes. Allí justo en ese momento,  volví a entender a esta persona tan  amable, entrañable y  de fácil acceso  entregado a lo que más le gustaba,  que era el arte en su totalidad y volcado en cada una de sus facetas. Persona con mayúsculas, que dio clases a los Escolapios,  al Instituto de Santa Cruz,  a Las Dominicas y que organizaba incluso,  partidos de futbol entre  los presos de la cárcel y los alumnos de los Escolapios, pues también impartía su  pedagogía en clases nocturnas en  esa institución carcelaria.
Lo vi ya en su último año de vida,  cerca de la Plaza Irineo González, y me preguntó por un perro que se le había perdido y si yo había acabado mi carrera de arquitecto, le respondí que no había visto a ningún perro y a la segunda pregunta le contesté  afirmativamente que sí y me dijo… ¡tú eras de los buenos dibujando!  ¡Gracias D. Alonso, se lo debo a usted!

Desde este escrito afirmo que…  si, un profesor de dibujo, le borra un trazo de lápiz que ha sido efectuado por un alumno, es inmoral por su parte, mostrando la total ausencia del ejercicio de la imaginación. Yo lo padecí con otro profesor, al contrario de D. Alonso, que  nunca se le ocurrió hacerlo y en cambio, sí fomentó el trazo sin titubeos, el claro oscuro de la figura con el algodón como suplemento a esta técnica y como usar la goma para difuminar con la imaginación. A él,  le debo en parte que mi Tesis Doctoral  fuera sobre… ¿Es el dibujo una herramienta o se usa como instrumento en cualquier proceso de diseño?
Afirmo rotundamente que,  “El Dibujo” es un lenguaje universal al igual que la lectura y que también por la memoria de Tenerife no caiga en el olvido tan GENEROSA persona que era D. ALONSO REYES. 
Muchísimas gracias

2 comentarios:

  1. LA INTERVENCIÓN DEL PINTOR Y ARQUITECTO FELIPE HODGSON HA SIDO ENLAZADA A LA ENTRADA DEL ACTO DEL 22 DE ABRIL EN EL BLOG DE LA A. C. "DLSDA" ... http://desdelasombradelalmendro.blogspot.com.es/2013/05/alonso-reyes-barroso-1913-1978.html

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  2. Felicidades a Felipe, compañero, por tan buena disertación sobre el colegio y en particular sobre D. Alonso Reyes, también fue en ese mismo curso profesor mío de dibujo, un cariñoso recuerdo para él , y obviamente y efectivamente era una muy buena persona así como profesor, también recuerdo a su hijo..
    un saludo a los compañeros Antiguos Alumnos de las Escuelas Pias ( Quisisana )
    Antonio M. Jorge González ( Arafo )
    www.pinsdetenerife.es

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