miércoles, 8 de mayo de 2013

ALONSO REYES BARROSO (1913-1978): ACTO CONMEMORATIVO

CENTENARIO DE SU NACIMIENTO (1913-2013)
En el Salón de Actos de la 
Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel.

Lunes 22 de Abril de 2013.

Despues de la apertura del acto, interviene en segundo lugar, el profesor de la Universidad de La Laguna Dr. D. Gerardo Fuentes Pérez con el titulo de "El despertar del dibujo a través del 'maestro' Alonso Reyes" ...
Gerardo Fuentes
Gracias a la Asociación Cultural “Desde la sombra del almendro por permitirme colaborar hoy en este homenaje al profesor Don Alonso Reyes, y gracias también porque es una oportunidad de poder renovar mis recuerdos de la época de estudiante, pero sobre todo de poder volver a aquellos inicios en los que mi vocación por la Historia del Arte y las Bellas Artes asomaba ya en mi espíritu inquieto y buscador.
Y también manifiesto hoy aquí mi satisfacción y orgullo porque tuve la gran suerte de contar con un excelente profesor de Dibujo, sin percatarme  entonces de que aquel hombre que revisaba una y otra vez nuestros trabajos en clase, no era cualquier profesor que cumplía con su asignatura, sino de un artista cuya fama trascendía los límites insulares
Para un alumno como yo, que experimentaba el placer de los trazos, a lápiz o a carboncillo, sobre aquellos papeles rugosos por su contenido en gramaje, las orientaciones y estímulos de Don Alonso fueron esenciales en mi formación, aunque aún no tenía muy claro mi decisión de estudiar Bellas Artes, que compaginé más tarde con los de Filosofía y Letras en la Universidad de La Laguna.
ALONSO REYES BARROSO
Sabemos que Don Alonso Reyes fue básicamente escultor, aunque practicó la pintura y otras facetas del Arte, como el Dibujo. Y fue esta práctica, enseñada por Don Alonso la que me ayudó a descubrir las posibilidades del campo artístico, pues no solo nos mostró las diversas técnicas del dibujo, las herramientas, sus condiciones, sino también el amor a esta facultad artística, tan valorada en el pasado,  incluso muy anterior a los planteamientos académicos del Renacimiento. Ya Pausanias y Plinio hacían hincapié en la importancia del dibujo como elemento base tanto para la escultura como para la pintura, independientemente del método empleado y del carácter artístico que a veces llega a adquirir.
No es extraño que el dibujo constituyera la base de cualquier aprendizaje artístico, obvio si tenemos en cuenta que siempre ha constituido la preocupación máxima de la representación visual, donde la línea “va más lejos: divide el espacio bidimensional en planos y sugiere la tercera dimensión al separar la forma definida del plano soporte (…), la línea determina la relación espacial de los objetos”.
Seguro que Don Alonso, como docente, no le interesó tanto el Dibujo como  recurso para elaborar proyectos artísticos (bocetos, notas, esquemas, anotaciones, etc.), sino  más bien el Dibujo como obra de Arte; elevarlo a la categoría de obra de Arte.
La misma preocupación que tuvieron los tratadistas del Renacimiento hasta el siglo XIX por considerar que el Dibujo era un perfecto medio de educar, de ordenar la mente y, sobre todo, de despertar el interés por las capacidades de los jóvenes, sobre todo, ante la búsqueda de una profesión,  también la tuvo Don Alonso, porque el Dibujo era entonces una asignatura de capital importancia, tanto en su vertiente meramente artística, como en la del “dibujo lineal”, de trabajo menos libre, sometido a disciplinas más mecánicas, en las que el alumno debía manifestar su destreza y capacidades en el manejo del compás, de las distintas reglas y, sobre todo, del control de la tinta china que muchas veces, casi siempre al final del trabajo, nos sorprendía con la consiguiente repetición.
Los que éramos de Letras nos preguntábamos para qué servía este tipo de Dibujo, de rayas exactas, de elipses constantes, siempre bajo la tensión del fluir de la tinta. Sin embargo, con el correr del tiempo, uno fue descubriendo lo eficaz de esta práctica, pues nos enseñó a ser diligentes, cautos en el manejo de las herramientas, en el control de nuestras emociones, seguros de nuestras capacidades, pero, sobre todo, en el descubrimiento de la línea, de las composiciones lineales.
TEOBALDO POWER Y LOS "CANTOS CANARIOS"
Cuando llegaba el momento de la clase del llamado Dibujo artístico, yo experimentaba otras sensaciones, mucho más placenteras, más seguras y libres. 
Era más yo. Recuerdo con muchas nitidez la imagen de Don Alonso, de cuerpo reposado, campechano, sentado junto a mí, en el pupitre, corrigiéndome los defectos de mis dibujos, de los contrastes, del tratamiento del difumino y, especialmente, el procedimiento de la perspectiva, que siempre intenté engañarle porque no tenía muy en cuenta este aspecto.  Una vez me acerqué a su mesa y le entregué un dibujo que representaba una ciudad portuaria, idealizada, enorme, casi fotográfica, yo diría hiperrealista. Lo vio y lo analizó con mucha atención. Yo, en cambio, miraba fijamente el movimiento de  su mano derecha, del lápiz, porque sabía que el cualquier momento comenzaba a trazar líneas, correcciones, y a regañarme por no haber tenido presente las líneas fundamentales. Pero no fue así. Todo lo contrario. Me felicitó, y por vez primera alguien valoró mi obra, y me dijo que yo debía estudiar Dibujo en la entonces Escuela de Bellas Artes. Fue el reconocimiento de lo que ya se agitaba dentro de mí ser. Aún conservo ese dibujo, que quise esta tarde traer aquí, pero de verdad que no sé dónde lo que he metido. Sé que está en algún rincón de mi biblioteca, de mis cosas. Espero que algún día, haciendo limpieza, lo encuentre. Fue el Dibujo, el acicate, que me empujó luego a estudiar Bellas Artes. El Dibujo que le gustó a Don Alonso Reyes. Con mi mirada de adolescente, creí que aquel consejo de Don Alonso suponía reconocerme artista, fue –en términos actuales- haber superado un casting. Efectivamente, los cursos de Bellas Artes no hicieron de mí un artista, pues los utilicé para profundizar en el conocimiento de la Historia del Arte, en el alma de escultores y pintores, en las técnicas empleadas, en la utilización de los materiales, en ir aún más lejos. Pero el Dibujo siempre me acompañó, haciendo de él un lenguaje, un estilo en la interpretación de la obra de Arte.
Y cuando dibujo tengo en mi mente a los que me enseñaron, a los que me ayudaron a conducir correctamente, pero con libertad, el lápiz sobre el  papel. Porque ellos, como Don Alonso, mantuvieron la grandeza y la necesidad del Dibujo defendida por los viejos tratadistas como Cennini, que hacía terminadas recomendaciones a los adolescentes quienes siempre deberán aprender guiados por el maestro. Y lo mismo el gran Leonardo Da Vinci: “Así te digo a ti, que por naturaleza tiendes a este arte, que si pretendes conocer con verdad las formas de las cosas habrás de comenzar por sus partes más simples y no correr a una segunda sin tener antes la primera bien aprendida en la memoria de la práctica. Si obraras de otra suerte perderías el tiempo o harto dilatarías el estudio. Y recuerda que has de adquirir antes diligencia que presteza. Copia primero los dibujos de los buenos maestros y haz esto según arte y del natural, que no de memoria. Más tarde dibuja el relieve, guiándote de un dibujo de él sacado. Y en fin, dibuja un atinado natural, que en él has de avezarte”. Estas recomendaciones, nacidas de la propia experiencia, fueron el sistema pedagógico de las Academias de Arte, como la nuestra, que después de su creación en 1849, cuando entonces también se impartían clases, incluso de noche, por muchos profesores-artistas como Robayna, Truhillé, Pastor, Fernando Estévez, etc., proponían como inicio de cualquier aprendizaje artístico el conocimiento y dominio del Dibujo. Había que ser dibujante primero para luego entrar en el estudio del resto de las artes plásticas. El Dibujo para el escultor, el Dibujo para el pintor, el Dibujo para el orfebre, el Dibujo para el carpintero, para el herrero, para tejedores, para los ceramistasel Dibujo para hoy, el Dibujo siempre.
Gerardo Fuentes
Gracias a Don Alonso Reyes por iniciarme en el arte del Dibujo, en el manejo de los lápices, de los carboncillos, de los difuminos, de las gomas, de los sprays, de los papeles, de los recursos, de los trucos, de la luz, del buen trabajo. Gracias a Don Alonso por enseñarme a entender  que a veces un lápiz se resiste, se niega a obedecer el dictado de tu mente. Y gracias porque me facilitó los métodos para adentrarme en el difícil mundo del retrato, por saber descubrir el color en un simple papel donde parece que sólo hay líneas negras hacia tonalidades grises.
Espero que estas palabras mías hayan servido para vestir aún más este entrañable pero querido homenaje al que fue un excelente docente de las Bellas Artes, del Dibujo, a Don Alonso Reyes

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