viernes, 10 de mayo de 2013

ALONSO REYES BARROSO (1913-1978): CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

ACTO CONMEMORATIVO 
EN EL SALÓN DE ACTOS DE LA REAL ACADEMIA CANARIA DE BELLAS ARTES SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
LUNES 22 DE ABRIL DE 2013

En tercer lugar interviene la profesora de la Universidad de La Laguna Dra. Doña Ana María Quesada Acosta intervino sobre el tema "D. Alonso Reyes y su contexto histórico-artístico" ... 

ANA MARÍA QUESADA ACOSTA
Sra. Presidenta, ilustres  académicos, miembros de la Asociación Cultural “Desde la sombra  del almendro”, señoras y señores, es para mí una gran satisfacción participar en  este merecido homenaje que hoy se le rinde a Alonso Reyes Barroso, en el centenario de su nacimiento, una figura que contribuyó como escultor y docente, a forjar una página más del panorama artístico del pasado siglo. Su recorrido vital discurre entre 1913 y 1978, un marco temporal en el que se suceden numerosos y convulsos acontecimientos históricos que condicionarán, como  en otras tantas localidades españolas, el  devenir de la plástica insular. Interpretar en esta breve disertación, la trayectoria trazada por este  escultor, como ocurre en otros muchos casos, me lleva  a considerar el significado y alcance de una serie de hitos históricos y artísticos, que de una forma u otra, le fueron determinantes, facilitando así, una   mejor comprensión y contextualización de la misma.
ALONSO REYES BARROSO
Su nacimiento, en Santa Cruz de Tenerife, en el seno de una familia  de extracción humilde, le lleva  a  convertirse, aún  adolescente, en  ayudante de taller del escultor Nicolás Granados Raimundo, oriundo de Córdoba, si bien residente en la capital  tinerfeña, donde  figura  activo  a partir de 1925, tras cursar estudios de Bellas Artes en la Escuela de Santa Isabel de Hungría en Sevilla. Imbuido de esta formación academicista, y por ende figurativa, abría su taller en Santa Cruz, dando forma a numerosos retratos de amigos y personalidades locales, mientras que el panorama del arte canario, a grandes  rasgos, se diversificaba en distintas  líneas. Por una parte, aún pervivían, aunque en  claro descenso, aquellos artistas que pretendían prolongar con escasos síntomas de renovación la actividad imaginera de Fernando Estévez, fallecido muchos años antes. Mientras, otros creadores optaban por continuar la estela  del regionalismo, frente a los  que   defendían    una  opción   ideológica más  cosmopolita, conviviendo asimismo con aquellos críticos y literatos que intentaban impulsar el desarrollo de la vanguardia insular.
De este  panorama, que  aunaba tradición e innovación, quizás debió ser consciente en fechas tempranas Alonso Reyes, al asistir frecuentemente a las reuniones  celebradas por Granados en su taller, una tertulia conocida, como indicara Gilberto Alemán, años después, en su habitual crónica periodística, como la Pequeña  Atenas, a la que acudían artistas, poetas y todas aquellas  personas interesadas en el mundo  artístico, entre  ellos  el periodista  Diego  Crosa, el escritor e historiador Sebastián Padrón Acosta y los pintores Álvaro Fariña, Manuel Martín González, Antonio González  Suárez, Juan Davó, López Ruiz, Pedro de Guezala, representantes casi todos de la sección más conservadora  del  arte  insular. En ese entorno, se inicia en los entresijos de la escultura, asumiendo la huella estilística, particularmente el suave modelado de su maestro, de quien a su muerte, en 1942, heredaba el taller. Para entonces, ya había atendido algunos encargos, la mayoría obras de mediano formato, algunas de temática religiosa y otras de talante  regionalista, cuya dicción  lo insertan  de lleno  en las teorías  estéticas defendidas por la mayoría  de los que asistían a aquel cenáculo.
DIBUJO
Serán los años de la inmediata posguerra, años en los que pocos artistas podían vivir  del arteen  el  Archipiélago, sólo  aquellos cuya obra se adaptaba a la demanda conservadora de la burguesía, de ahí la pervivencia de los géneros tradicionales, que en ocasiones, mantienen la indagación acerca de la identidad iniciadas en la década de los treinta, si bien es verdad que prevalecerán las lecturas conservadoras de las costumbres populares, dentro de un arte regionalista festivo que enaltece la belleza idílica de las Islas, el paisaje, el arte  religioso y los tradicionales retratos, desnudos y bodegones, cultivados por una generación de artistas que ya exponía  sus obras y recibía  el refrendo de la sociedad insular, o al menos de los sectores  más pudientes en los años previos a la rebelión  militar.
Las obras de Reyes Barroso se aproximan a esta  línea, que  basa su iconografía menos en las escenas colectivas que en la imagen solitaria de  la mujer  canaria, a través de la cual evoca simbólicamente al matriarcado, siendo  uno  de sus principales cultivadores, su amigo Pedro de Guezala, quien había encontrado en 1938 el arquetipo de sus magas, del que nunca más se alejaría, como se aprecia en las numerosas exposiciones que celebró en el Círculo de Bellas Artes, cenáculo abierto a estas tendencias, que entonces dirigía el acuarelista Francisco Bonnín, labor que compaginaba con las funciones de censor  de prensa.
Paralelamente a sus incursiones en la recreación de matiz regionalista, Reyes Barroso se inicia en la temática religiosa, línea de trabajo en la que parecía sentirse más cómodo, hasta el punto de  considerar la posibilidad de crear una  escuela de imaginería, idea que no llegó nunca a concretar. Sin embargo, en la producción de estos años, sobresalen por su cantidad y calidad los retratos, que trabajó generalmente en yeso patinado, o en bronce, siguiendo esquemas compositivos muy similares a los de su maestro. Entre los representados destacan  pintores y escultores, como  Nicolás Granados, Valentín  Sanz, y  Martín González, pero  también podemos encontrar destacados personajes del ámbito cultural, como José Hernández  Amador, primer presidente del Ateneo de La Laguna, busto de dicción academicista, que corta en plano a la altura de los pectorales.
Entre la relación de retratos encontramos también el de Francisco García Escámez, hoy en paradero desconocido (realizado hacia 1946), militar convertido en icono de la escultura conmemorativa de aquellos años, cuya imagen sirvió para aleccionar al espectador desde el espacio urbano, casi siempre en entornos de obras emprendidas durante su gestión al frente del Mando Económico, reforzando con su presencia las numerosas placas marmóreas que registran a este organismo como promotor de determinadas zonas, barriadas o construcciones individuales, una costumbre que también difundieron otras islas, como la de La Palma, que erige una misma versión de este personaje, de autor anónimo, junto a los cuarteles militares situados en Breña Baja, y en el interior de una rotonda, que precede  a la bodega de Teneguía, en Fuencaliente, edificio  proyectado como nave  industrial de la cooperativa vinícola de Fuencaliente. Al mismo personaje perpetuó el escultor grancanario Abraham Cárdenes en la barriada bautizada entonces Generalísimo Franco en Shamman, Las Palmas de Gran Canaria.
ALONSO REYES TRABAJANDO
Sin embargo, el  nombre de Alonso Reyes ha quedado vinculado a la estética de los vencedores, por su intervención escultórica en el conjunto monumental que Santa Cruz de Tenerife, erigió en uno de los puntos más estratégicos de la ciudad, el  Monumento a los Caídos, concebido con la implícita idea de perpetuar y propagar la ideología del nuevo sistema político. La iniciativa fue impulsada por el Mando Económico de Canarias, financiada por suscripción pública, y sometida a concurso nacional. Se presentaron varios diseños entre los que resultó seleccionado el firmado por el arquitecto Tomás Machado,  dado que según reza en la resolución resolvía "mejor que cualquiera de los restantes el aspecto conmemorativo del Monumento siendo el más logrado clásicamente, tanto en si como en relación a la plaza, y presentando análoga visión desde cualquier punto de vista". Se trataba de erigir el proyecto conmemorativo más ambicioso de cuantos hasta ahora contaban las islas, un monumento que reuniese todas las funciones que debía desempeñar una obra de esas características, según los criterios del momento, perfectamente evidenciados en el colosal Valle de Los Caídos. Todo el  conjunto se pliega a las exigencias de legitimación del régimen, adoptando el lenguaje simbólico de la ideología  política  del bando vencedor.
LA VICTORIA
La cercanía del puerto determinó la elección de la explanada entonces denominada Plaza Primo de Ribera, con cuya urbanización Santa Cruz resolvía además una vieja aspiración: la ocupación del solar resultante de la demolición del antiguo Castillo de San Cristóbal, propósito que a su vez debemos contemplar dentro de la planificación del frente marítimo que en esos años se llevaba  a cabo.
La plaza recientemente remodelada por el proyecto de Herzog & Meuron, debía presentar infinitud de puntos de vista, ofreciendo además la confrontación de dos fachadas, una simbólica y otra  funcional. En la primera  orientada  hacia el  puerto, se despliega el imaginario escultórico, integrado por dos soldados realizados por Cejas Zaldívar, en actitud de guardia, que se apoyan en espadas-cruces, y miran hacia el suelo, cubiertos exclusivamente por una malla en sus cabezas. Uno representa el valor cívico y otro el militar, bajo una estética próxima a la del alemán Arno Brecker. En el cuerpo central, se localiza la intervención de Alonso Reyes, representación de La Victoria alada, de algo más de cuatro metros de altura y tallada en piedra de Granadilla. Es una figura femenina que a modo de mascarón se levanta sobre una simulada nave, evocando a la Niké de Samotracia. Dirige sus brazos hacia atrás conduciendo  la visión del espectador hacia dos relieves ilustrativos. En el brazo izquierdo sostiene un haz de espigas que conecta con el panel rectangular del lado derecho, en el que se representan a los guanches portando frutos  naturales del mar y de la tierra, alegorizando la aportación civil tinerfeña a la Cruzada de Liberación y en agradecimiento a la conquista y al descubrimiento de las islas por la monarquía castellana. Su brazo derecho dirige una espada hacia el panel de la izquierda, donde se representan soldados de los tres ejércitos, símbolo de la aportación militar de Canarias a la Guerra Civil. El nombre  del escultor y el año de su realización aparecen grabados sobre el ropaje, cerca de la base: Alonso Reyes, 1946.
Desde que surgió  la iniciativa, el proyecto se convirtió en un tema mediático,   cuya trayectoria se puede seguir de forma detallada a través de la prensa,   incluso desde una perspectiva más irónica, como la que acertadamente, nos ofrece la caricatura.
La ausencia  de  encargos y el ambiente cerrado de las islas, provocan su marcha en 1949 a Sevilla, ingresando en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, iniciativa materializada gracias la generosa gestión económica que lleva a cabo el acuarelista Francisco Bonnín, quien convencido de la necesidad que los artistas tenían de ampliar sus perspectivas, había financiado también, muchos años antes el viaje de Borges Salas a París, intentando subsanar con ello la carencia de becas por parte de las instituciones políticas de  la  Isla. Durante los cinco años que permaneció en la Escuela, su producción se reduce considerablemente por razones obvias, si bien ni ésta ni su nombre caen en el olvido, ya que lo vemos participando en las ediciones, del por entonces consolidado Salón de Artistas Tinerfeños, concretamente en la de 1949 y en la que se celebra dos años después. Además, en 1950 exhibía obra en el homenaje que la capital tinerfeña rinde a Padrón Acosta, sin olvidarnos de su reseñada presencia en las convocatorias   de 1952 y 1954, de la Exposición  de Escultores de Tenerife.
PINTURA
Pero quizás la prueba que refuta el recuerdo que de su actividad persiste aún en el ambiente artístico radique en la selección de un dibujo suyo, a exhibir en 1951, en la I Bienal de Arte Hispanoamericana que celebra en Madrid, un evento que tenemos que entender como fruto de la consciente necesidad que siente la oficialidad española de salir, a partir de 1945, del aislamiento, para  proyectarse internacionalmente a través del arte,  interpretado ahora como un medio de propaganda en el exterior; una acción  planificada y sistematizada a través del Plan de Promoción Internacional que puso en marcha Luis González  Robles, responsable de planear la actividad artística española a través de la organización de  bienales, como las mencionadas, o las celebradas en Venecia. La primera Bienal Hispanoamericana fue inaugurada por el Jefe de Estado, coincidiendo con la celebración del 12 de octubre, día de la Hispanidad, y con la conmemoración del quinto centenario del nacimiento de Isabel la Católica, nuevos referentes para la diplomacia franquista, circunstancia que quedó nítidamente subrayada en el discurso pronunciado por Joaquín Ruíz Jiménez. Numerosos creadores plásticos de las Islas desearon ser seleccionados, responsabilidad que recayó en el pintor Mariano de Cossío y el crítico Eduardo  Westerdahl. Una reseña escrita por María Rosa Alonso en la prensa, da cuenta de la deficiente organización de  este  certamen, que no obstante "admiraba precisamente por su carácter aperturista, dada la feliz convivencia de artistas  académicos y abstractos. ¿Y nuestros  artistas  canarios?, preguntaba ella misma para a continuación ofrecernos la respuesta: perdidos casi todos entre los expositores de las otras provincias y los restos de pintores madrileños que no se pudieron colocar entre los grandes. Con categoría  de pintores nacionales o sea entre los más destacados estaban  en el Palacio de Cristal, Juan Guillermo, con sus paisajes urbanos madrileños, Gregorio Toledo, de fina factura con su pintura religiosa, y una cabeza de mujer de Plácido Fleitas. Repartidos   en otros inmuebles del  Retiro, se localizaban el  resto, entre ellos Juan Ismael, Carlos Morón, Martín González, Manolo Ramos, Manolo Millares, Pedro de Guezala, Mariano de Cossío, Santiago Santana, Carlos Chevilly, en resumen, para no cansarlos, un elenco suficientemente representativo de los diferentes lenguajes artísticos que se  estaban desarrollando en el Archipiélago. La obra presentada por el artista que nos ocupa fue un dibujo, en el que debió de reparar la periodista, ya que señala, "entre los dibujantes sólo recuerdo un retrato del escritor Padrón Acosta, debido a Alonso Reyes Barroso". Aunque María Rosa concluye indicando que esta exhibición no serviría de mucho para los artistas  canarios, si deseo insistir en que no dejó de ser para muchos, un medio de proyección fuera de las islas, como ocurrió por ejemplo con Manolo Millares para quien supuso el encuentro definitivo con la realidad artística contemporánea, y también la ocasión de medir su pieza Aborigen nº 1, realizada ese mismo año con las aportaciones de otros  creadores  innovadores.
ESCULTURA
A su regreso a la isla, su actividad como creador decrece, una aparente paradoja de fácil  explicación. El título obtenido favorece su inserción en el cuerpo docente de distintas centros, garantizándole un trabajo seguro que sistemáticamente negaba la práctica artística de aquellos años. Una actitud por otra parte, adoptada también por idéntica razón, por otros muchos creadores canarios. Recordemos que la enseñanza fue un refugio para numerosos creadores activos en las décadas de los cuarenta y cincuenta, debido precisamente a las estrecheces materiales y a la imposibilidad, de vivir del arte. La excesiva dedicación que presta a partir de entonces a sus alumnos, como ha quedado demostrado a lo largo de este homenaje y que me han corroborado algunos académicos que recibieron sus enseñanzas, como Rosario Álvarez, Gerardo Fuentes o Fernando Castro, le debieron restar muchas horas para dibujar y esculpir. A esta circunstancia se une  posteriormente algunos contratiempos familiares, entre ellos el fallecimiento de su esposa, que le harán desistir definitivamente de  su  actividad artística. Sus obras, escasas en estos últimos  años, reflejan su paso por la Escuela Sevillana, con una dicción más académica, aunque en ocasiones nos sorprende retomando los temas regionalistas, de factura más suelta y expresiva, que algunos comentarios escritos han situado próximos a la estética indigenista impulsada por los alumnos de la Escuela Luján Pérez, a partir de la segunda década del pasado siglo, aunque en mi opinión carecen del componente social y crítico que caracterizó al de aquellos  artistas.
En estos años, en los que su actividad languidece, muchos artistas decidían abandonar las islas, eligiendo como destinos prioritarios, Madrid, por ser la capital y Barcelona, por  su cercanía con  Francia,  centro de  la  vanguardia. No podemos olvidar tampoco la corriente migratoria que se produce a Venezuela, a donde marcha Juan Jaén, Eduardo Gregorio, Juan Ismael. Mientras algunos  colectivos intentan recobrar ya desde los 50 el pulso de la vanguardia, como PIC, (Pintores Independientes Canarios), o LADAC, los arqueros del  arte contemporáneo. Y ya en los  sesenta surgía el Grupo Nuestro Arte, heterogéneo colectivo, sin planteamientos estéticos unitario que contribuyó a dinamizar el  panorama. Formaron parte del mismo Miguel Tarquis, Pedro González, Carlos Pinto Grote, María Belén Morales, Maribel Nazco. Cinco años antes de su muerte Tenerife organizaba la I Exposición Internacional de Esculturas en la Calle.
Para terminar señalar simplemente que de la producción de Reyes Barroso y de algunas de sus exposiciones, se ocupó la prensa del momento, Pero lamentablemente, su trayectoria, ha sido escasamente difundida por críticos e historiadores del arte, por lo que espero sinceramente que este recuerdo que hoy le rendimos, estimule la investigación sobre la actividad y entorno, de un artista que como otros tantos españoles, se vio condicionado por el conflicto bélico y la posguerra. Un autor, asiduo a las tertulias del Círculo de Bellas Artes, que al igual que sus amigos, de posturas artísticas diferentes, entre otros, Pedro de Guezala y Carlos de Chevilly, con quienes se intercambiaban con afecto obras artísticas, no renunciaría jamás  al arte, pues al fin y al cabo la admiración que sentía por la creatividad supo canalizarla a través  de su excelente  labor docente.

1 comentario:

  1. ESTA INTERVENCIÓN SE HA ENLAZADO A LA INFORMACIÓN GENERAL DEL ACTO CONMEMORATIVO DEL DÍA 22 DE ABRIL EN EL BLOG DE LA A. C. "DLSDA" ...
    http://desdelasombradelalmendro.blogspot.com.es/2013/05/alonso-reyes-barroso-1913-1978.html

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