ACTO CONMEMORATIVO
EN EL SALÓN DE ACTOS DE LA REAL ACADEMIA CANARIA DE BELLAS ARTES SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
LUNES 22 DE ABRIL DE 2013
En tercer lugar interviene la profesora de la Universidad de La Laguna Dra. Doña Ana María Quesada Acosta intervino sobre el tema "D. Alonso Reyes y su contexto histórico-artístico" ...
|
ANA MARÍA QUESADA ACOSTA |
Sra.
Presidenta, ilustres académicos, miembros
de la Asociación Cultural “Desde la sombra
del almendro”, señoras y señores, es para mí una gran satisfacción participar
en este merecido homenaje que hoy se le
rinde a Alonso Reyes Barroso, en el centenario de su nacimiento, una figura que
contribuyó como escultor y docente, a
forjar una página más del panorama artístico del pasado siglo. Su recorrido vital
discurre entre 1913 y 1978, un marco temporal en el que se suceden numerosos y
convulsos acontecimientos históricos que condicionarán, como en otras tantas localidades españolas, el devenir de la plástica insular. Interpretar en
esta breve disertación, la trayectoria trazada por este escultor, como ocurre en otros muchos casos,
me lleva a considerar el significado y
alcance de una serie de hitos históricos y artísticos, que de una forma u otra,
le fueron determinantes, facilitando así, una
mejor comprensión y contextualización de la misma.
|
ALONSO REYES BARROSO |
Su
nacimiento, en Santa Cruz de Tenerife, en el seno de una familia de extracción humilde, le lleva a
convertirse, aún adolescente, en ayudante de taller del escultor Nicolás Granados Raimundo, oriundo de Córdoba, si
bien residente en la capital tinerfeña, donde figura
activo a partir de 1925, tras cursar
estudios de Bellas Artes en la Escuela de Santa Isabel de Hungría en Sevilla. Imbuido
de esta formación academicista, y por ende figurativa, abría su taller en Santa
Cruz, dando forma a numerosos retratos de amigos y personalidades locales, mientras
que el panorama del arte canario, a grandes
rasgos, se diversificaba en distintas
líneas. Por una parte, aún pervivían, aunque en claro descenso, aquellos artistas que pretendían
prolongar con escasos síntomas de renovación la actividad imaginera de Fernando
Estévez, fallecido muchos años antes. Mientras, otros creadores optaban por continuar
la estela del regionalismo, frente a los que
defendían una
opción ideológica más cosmopolita, conviviendo asimismo con
aquellos críticos y literatos que intentaban impulsar el desarrollo de la
vanguardia insular.
De
este panorama, que aunaba tradición e innovación, quizás debió ser
consciente en fechas tempranas Alonso Reyes, al asistir frecuentemente a las
reuniones celebradas por Granados en su
taller, una tertulia conocida, como indicara Gilberto Alemán, años después, en
su habitual crónica periodística, como la Pequeña Atenas, a la que acudían artistas, poetas y todas
aquellas personas interesadas en el
mundo artístico, entre ellos
el periodista Diego Crosa, el escritor e historiador Sebastián Padrón
Acosta y los pintores Álvaro Fariña, Manuel Martín González, Antonio González Suárez, Juan Davó, López Ruiz, Pedro de
Guezala, representantes casi todos de la sección más conservadora del
arte insular. En ese entorno, se
inicia en los entresijos de la escultura, asumiendo la huella estilística, particularmente el suave modelado
de su maestro, de quien a su muerte, en 1942, heredaba el taller. Para entonces,
ya había atendido algunos encargos, la mayoría
obras de mediano formato, algunas de temática religiosa y otras de talante regionalista, cuya dicción lo insertan
de lleno en las teorías estéticas defendidas por la mayoría de los que asistían a aquel cenáculo.
|
DIBUJO |
Serán
los años de la inmediata posguerra, años en los que pocos artistas podían vivir del arteen
el Archipiélago, sólo aquellos cuya obra se adaptaba a la demanda conservadora de la burguesía, de
ahí la pervivencia de los géneros tradicionales, que en ocasiones, mantienen la
indagación acerca de la identidad iniciadas en la década de los treinta, si
bien es verdad que prevalecerán las lecturas conservadoras de las costumbres populares,
dentro de un arte regionalista festivo que enaltece la belleza idílica de las
Islas, el paisaje, el arte religioso y
los tradicionales retratos, desnudos y bodegones, cultivados por una generación
de artistas que ya exponía sus obras y recibía el refrendo de la sociedad insular, o al menos
de los sectores más pudientes en los
años previos a la rebelión militar.
Las
obras de Reyes Barroso se aproximan a esta
línea, que basa su iconografía menos
en las escenas colectivas que en la imagen solitaria de la mujer
canaria, a través de la cual evoca simbólicamente al matriarcado, siendo uno de
sus principales cultivadores, su amigo Pedro de Guezala, quien había encontrado
en 1938 el arquetipo de sus magas, del que nunca más se alejaría, como se
aprecia en las numerosas exposiciones que celebró en el Círculo de Bellas
Artes, cenáculo abierto a estas tendencias, que entonces dirigía el acuarelista
Francisco Bonnín, labor que compaginaba con las funciones de censor de prensa.
Paralelamente
a sus incursiones en la recreación de matiz regionalista, Reyes Barroso se
inicia en la temática religiosa, línea de trabajo en la que parecía sentirse más
cómodo, hasta el punto de considerar la
posibilidad de crear una escuela de imaginería,
idea que no llegó nunca a concretar. Sin embargo, en la producción de estos
años, sobresalen por su cantidad y calidad los retratos, que trabajó generalmente
en yeso patinado, o en bronce, siguiendo esquemas compositivos muy similares a
los de su maestro. Entre los representados destacan pintores y escultores, como Nicolás Granados, Valentín Sanz, y
Martín González, pero también podemos encontrar destacados personajes
del ámbito cultural, como José Hernández
Amador, primer presidente del Ateneo de La Laguna, busto de dicción academicista,
que corta en plano a la altura de los pectorales.
Entre
la relación de retratos encontramos también el de Francisco García Escámez, hoy
en paradero desconocido (realizado hacia 1946), militar convertido en
icono de la escultura conmemorativa de aquellos años, cuya
imagen sirvió para aleccionar al espectador
desde el espacio urbano, casi siempre en entornos de obras emprendidas durante su gestión al frente del Mando Económico,
reforzando con su presencia las numerosas placas marmóreas que registran a este
organismo como promotor de determinadas zonas, barriadas o construcciones individuales,
una costumbre que también difundieron otras islas, como la de La Palma, que erige
una misma versión de este personaje, de autor anónimo, junto a los cuarteles militares
situados en Breña Baja, y en el interior de una rotonda, que precede a la bodega de Teneguía, en Fuencaliente, edificio proyectado como nave industrial de la cooperativa vinícola de Fuencaliente.
Al mismo personaje perpetuó el escultor grancanario Abraham Cárdenes en la barriada
bautizada entonces Generalísimo Franco en Shamman, Las Palmas de Gran Canaria.
|
ALONSO REYES TRABAJANDO |
Sin
embargo, el nombre de Alonso Reyes ha
quedado vinculado a la estética de los vencedores, por su intervención escultórica
en el conjunto monumental que Santa Cruz de Tenerife, erigió en uno de los puntos
más estratégicos de la ciudad, el
Monumento a los Caídos, concebido con la implícita idea de perpetuar y
propagar la ideología del nuevo sistema político. La iniciativa fue impulsada por
el Mando Económico de Canarias, financiada por suscripción pública, y sometida a
concurso nacional. Se presentaron varios diseños entre los que resultó seleccionado el firmado por
el arquitecto Tomás Machado, dado que
según reza en la resolución resolvía "mejor que cualquiera de los restantes
el aspecto conmemorativo del Monumento siendo el más logrado clásicamente,
tanto en si como en relación a la plaza, y presentando análoga visión desde
cualquier punto de vista". Se trataba de erigir el proyecto conmemorativo más
ambicioso de cuantos hasta ahora contaban las islas, un monumento que reuniese todas
las funciones que debía desempeñar una obra de esas características, según los
criterios del momento, perfectamente evidenciados en el colosal Valle de Los
Caídos. Todo el conjunto se pliega a las
exigencias de legitimación del régimen, adoptando el lenguaje simbólico de la ideología política
del bando vencedor.
|
LA VICTORIA |
La
cercanía del puerto determinó la elección de la explanada entonces denominada Plaza
Primo de Ribera, con cuya urbanización Santa Cruz resolvía además una vieja aspiración:
la ocupación del solar resultante de la demolición del antiguo Castillo de San Cristóbal,
propósito que a su vez debemos contemplar dentro de la planificación del frente
marítimo que en esos años se llevaba a
cabo.
La
plaza recientemente remodelada por el proyecto de Herzog & Meuron, debía
presentar infinitud de puntos de vista, ofreciendo además la confrontación de
dos fachadas, una simbólica y otra
funcional. En la primera
orientada hacia el puerto, se despliega el imaginario
escultórico, integrado por dos soldados realizados por Cejas Zaldívar, en
actitud de guardia, que se apoyan en espadas-cruces, y miran hacia el suelo,
cubiertos exclusivamente por una malla en sus cabezas. Uno representa el valor
cívico y otro el militar, bajo una estética próxima a la del alemán Arno Brecker.
En el cuerpo central, se localiza la intervención de Alonso Reyes, representación
de La Victoria alada, de algo más de cuatro metros de altura y tallada en
piedra de Granadilla. Es una figura femenina que a modo de mascarón se levanta sobre
una simulada nave, evocando a la Niké de Samotracia. Dirige sus brazos hacia
atrás conduciendo la visión del
espectador hacia dos relieves ilustrativos. En el brazo izquierdo sostiene un
haz de espigas que conecta con el panel rectangular del lado derecho, en el que
se representan a los guanches portando frutos
naturales del mar y de la tierra, alegorizando la aportación civil
tinerfeña a la Cruzada de Liberación y
en agradecimiento a la conquista y al descubrimiento de las islas por la
monarquía castellana. Su brazo derecho dirige una espada hacia el panel de la
izquierda, donde se representan soldados de los tres ejércitos, símbolo de la
aportación militar de Canarias a la Guerra Civil. El nombre del escultor y el año de su realización
aparecen grabados sobre el ropaje, cerca de la base: Alonso Reyes, 1946.
Desde
que surgió la iniciativa, el proyecto se
convirtió en un tema mediático, cuya
trayectoria se puede seguir de forma detallada a través de la prensa, incluso desde una perspectiva más irónica, como
la que acertadamente, nos ofrece la caricatura.
La
ausencia de encargos y el ambiente cerrado de las islas, provocan
su marcha en 1949 a Sevilla, ingresando en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel
de Hungría, iniciativa materializada gracias la generosa gestión económica que lleva
a cabo el acuarelista Francisco Bonnín, quien convencido de la necesidad que los
artistas tenían de ampliar sus perspectivas, había financiado también, muchos años
antes el viaje de Borges Salas a París, intentando subsanar con ello la carencia
de becas por parte de las instituciones políticas de la Isla. Durante los cinco años que permaneció en
la Escuela, su producción se reduce considerablemente por razones obvias, si
bien ni ésta ni su nombre caen en el olvido, ya que lo vemos participando en las
ediciones, del por entonces consolidado Salón de Artistas Tinerfeños, concretamente
en la de 1949 y en la que se celebra dos años después. Además, en 1950 exhibía obra
en el homenaje que la capital tinerfeña rinde a Padrón Acosta, sin olvidarnos
de su reseñada presencia en las convocatorias
de 1952 y 1954, de la Exposición
de Escultores de Tenerife.
|
PINTURA |
Pero
quizás la prueba que refuta el recuerdo que de su actividad persiste aún en el ambiente
artístico radique en la selección de un dibujo suyo, a exhibir en 1951, en la I
Bienal de Arte Hispanoamericana que celebra en Madrid, un evento que tenemos que
entender como fruto de la consciente necesidad que siente la oficialidad española
de salir, a partir de 1945, del aislamiento, para proyectarse internacionalmente a través del arte, interpretado ahora como un medio de propaganda en el exterior; una acción planificada y sistematizada a través del Plan
de Promoción Internacional que puso en marcha Luis González Robles, responsable de planear la actividad artística
española a través de la organización de
bienales, como las mencionadas, o las celebradas en Venecia. La primera Bienal
Hispanoamericana fue inaugurada por el Jefe de Estado, coincidiendo con la
celebración del 12 de octubre, día de la Hispanidad, y con la conmemoración del
quinto centenario del nacimiento de Isabel la Católica, nuevos referentes para la
diplomacia franquista, circunstancia que quedó nítidamente subrayada en el discurso
pronunciado por Joaquín Ruíz Jiménez. Numerosos creadores plásticos de las
Islas desearon ser seleccionados, responsabilidad que recayó en el pintor Mariano
de Cossío y el crítico Eduardo
Westerdahl. Una reseña escrita por María Rosa Alonso en la prensa, da cuenta
de la deficiente organización de
este certamen, que no
obstante "admiraba precisamente por su carácter aperturista, dada la feliz
convivencia de artistas académicos y
abstractos. ¿Y nuestros artistas canarios?, preguntaba ella misma para a continuación
ofrecernos la respuesta: perdidos casi todos entre los expositores de las otras provincias y
los restos de pintores madrileños que no se pudieron colocar entre los grandes.
Con categoría de pintores nacionales o
sea entre los más destacados estaban en
el Palacio de Cristal, Juan Guillermo, con sus paisajes urbanos madrileños, Gregorio
Toledo, de fina factura con su pintura religiosa, y una cabeza de mujer de Plácido
Fleitas. Repartidos en otros inmuebles del Retiro, se localizaban el resto, entre ellos Juan Ismael, Carlos Morón,
Martín González, Manolo Ramos, Manolo Millares, Pedro de Guezala, Mariano de Cossío,
Santiago Santana, Carlos Chevilly, en resumen, para no cansarlos, un elenco suficientemente
representativo de los diferentes lenguajes artísticos que se estaban desarrollando en el Archipiélago. La
obra presentada por el artista que nos ocupa fue un dibujo, en el que debió de reparar
la periodista, ya que señala, "entre los dibujantes sólo recuerdo un
retrato del escritor Padrón Acosta, debido a Alonso Reyes Barroso". Aunque
María Rosa concluye indicando que esta exhibición no serviría de mucho para los
artistas canarios, si deseo insistir en
que no dejó de ser para muchos, un medio de proyección fuera de las islas, como
ocurrió por ejemplo con Manolo Millares para quien supuso el encuentro definitivo
con la realidad artística contemporánea, y también la ocasión de medir su pieza
Aborigen nº 1, realizada ese mismo año con las aportaciones de otros creadores
innovadores.
|
ESCULTURA |
A
su regreso a la isla, su actividad como creador decrece, una aparente paradoja de
fácil explicación. El título obtenido favorece
su inserción en el cuerpo docente de distintas centros, garantizándole un
trabajo seguro que sistemáticamente negaba la práctica artística de aquellos años.
Una actitud por otra parte, adoptada también por idéntica razón, por otros
muchos creadores canarios. Recordemos que la enseñanza fue un refugio para numerosos
creadores activos en las décadas de los cuarenta y cincuenta, debido precisamente
a las estrecheces materiales y a la imposibilidad, de vivir del arte. La excesiva
dedicación que presta a partir de entonces a sus alumnos, como ha quedado demostrado
a lo largo de este homenaje y que me han corroborado algunos académicos que recibieron
sus enseñanzas, como Rosario Álvarez, Gerardo Fuentes o Fernando Castro, le
debieron restar muchas horas para dibujar y esculpir. A esta circunstancia se
une posteriormente algunos contratiempos
familiares, entre ellos el fallecimiento de su esposa, que le harán desistir definitivamente
de su
actividad artística. Sus obras, escasas en estos últimos años, reflejan su paso por la Escuela
Sevillana, con una dicción más académica, aunque en ocasiones nos sorprende retomando
los temas regionalistas, de factura más suelta y expresiva, que algunos comentarios
escritos han situado próximos a la estética indigenista impulsada por los
alumnos de la Escuela Luján Pérez, a partir de la segunda década del pasado
siglo, aunque en mi opinión carecen del componente social y crítico que
caracterizó al de aquellos artistas.
En
estos años, en los que su actividad languidece, muchos artistas decidían abandonar las islas, eligiendo como destinos
prioritarios, Madrid, por ser la capital y Barcelona, por su cercanía con Francia,
centro de la
vanguardia. No podemos olvidar tampoco
la corriente migratoria que se produce a Venezuela, a donde marcha Juan Jaén, Eduardo
Gregorio, Juan Ismael. Mientras algunos
colectivos intentan recobrar ya desde los 50 el pulso de la vanguardia, como
PIC, (Pintores Independientes Canarios), o LADAC, los arqueros del arte contemporáneo. Y ya en los sesenta surgía el Grupo Nuestro Arte, heterogéneo
colectivo, sin planteamientos estéticos unitario que contribuyó a dinamizar el panorama. Formaron parte del mismo Miguel Tarquis,
Pedro González, Carlos Pinto Grote, María Belén Morales, Maribel Nazco. Cinco años
antes de su muerte Tenerife organizaba la I Exposición Internacional de Esculturas
en la Calle.
Para terminar señalar simplemente que de la producción
de Reyes Barroso y de algunas de sus exposiciones, se ocupó la prensa del momento, Pero lamentablemente, su trayectoria, ha sido escasamente difundida por críticos
e historiadores del arte, por lo que espero sinceramente que este recuerdo que hoy
le rendimos, estimule la investigación sobre la actividad y entorno, de un
artista que como otros tantos españoles, se vio condicionado por el conflicto bélico
y la posguerra. Un autor, asiduo a las tertulias del Círculo de Bellas Artes, que
al igual que sus amigos, de posturas artísticas diferentes, entre otros, Pedro de
Guezala y Carlos de Chevilly, con quienes se intercambiaban con afecto obras artísticas,
no renunciaría jamás al arte, pues al
fin y al cabo la admiración que sentía por la creatividad supo canalizarla a
través de su excelente labor docente.
ESTA INTERVENCIÓN SE HA ENLAZADO A LA INFORMACIÓN GENERAL DEL ACTO CONMEMORATIVO DEL DÍA 22 DE ABRIL EN EL BLOG DE LA A. C. "DLSDA" ...
ResponderEliminarhttp://desdelasombradelalmendro.blogspot.com.es/2013/05/alonso-reyes-barroso-1913-1978.html