CENTENARIO DE SU NACIMIENTO (1913-2013)
En el Salón de Actos de la
Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel.
Lunes 22 de Abril de 2013.
Despues de la apertura del acto, interviene en segundo lugar, el profesor de la Universidad de La Laguna Dr. D. Gerardo Fuentes Pérez con el titulo de "El despertar del dibujo a través del 'maestro' Alonso Reyes" ...
Gerardo Fuentes |
Gracias a
la Asociación Cultural “Desde la sombra del almendro” por
permitirme colaborar hoy en este homenaje al profesor Don Alonso Reyes, y gracias
también porque es una oportunidad de poder renovar mis recuerdos de la época de
estudiante, pero sobre todo de poder volver a aquellos inicios en los que mi
vocación por la Historia del Arte y las Bellas Artes asomaba ya en mi espíritu
inquieto y buscador.
Y también
manifiesto hoy aquí mi satisfacción y orgullo porque tuve la gran suerte de
contar con un excelente profesor de Dibujo, sin percatarme entonces de que aquel hombre que revisaba una
y otra vez nuestros trabajos en clase, no era cualquier profesor que cumplía
con su asignatura, sino de un artista cuya fama trascendía los límites
insulares.
Para un
alumno como yo, que experimentaba el placer de los trazos, a lápiz o a
carboncillo, sobre aquellos papeles rugosos por su contenido en gramaje, las
orientaciones y estímulos de Don Alonso fueron esenciales en mi formación,
aunque aún no tenía muy claro mi decisión de estudiar Bellas Artes, que
compaginé más tarde con los de Filosofía y Letras en la Universidad de La
Laguna.
ALONSO REYES BARROSO |
Sabemos que
Don Alonso Reyes fue básicamente escultor, aunque practicó la pintura y otras
facetas del Arte, como el Dibujo. Y fue esta práctica, enseñada por Don Alonso
la que me ayudó a descubrir las posibilidades del campo artístico, pues no solo
nos mostró las diversas técnicas del dibujo, las herramientas, sus condiciones,
sino también el amor a esta facultad artística, tan valorada en el pasado, incluso muy anterior a los planteamientos
académicos del Renacimiento. Ya Pausanias y Plinio hacían hincapié en la importancia del dibujo como
elemento base tanto para la escultura como para la pintura, independientemente
del método empleado y del carácter artístico que a veces llega a adquirir.
No es extraño que el dibujo constituyera la base de cualquier aprendizaje
artístico, obvio si tenemos en cuenta que siempre ha constituido la
preocupación máxima de la representación visual, donde la línea “va más lejos: divide el espacio
bidimensional en planos y sugiere la tercera dimensión al separar la forma
definida del plano soporte (…), la
línea determina la relación espacial de los objetos”.
Seguro que Don Alonso, como docente, no le interesó tanto el Dibujo
como recurso para elaborar proyectos
artísticos (bocetos, notas, esquemas, anotaciones, etc.), sino más bien el Dibujo como obra de Arte;
elevarlo a la categoría de obra de Arte.
La misma preocupación que tuvieron los tratadistas del Renacimiento hasta
el siglo XIX por considerar que el Dibujo era un perfecto medio de educar, de
ordenar la mente y, sobre todo, de despertar el interés por las capacidades de
los jóvenes, sobre todo, ante la búsqueda de una profesión, también la tuvo Don Alonso, porque el Dibujo
era entonces una asignatura de capital importancia, tanto en su vertiente
meramente artística, como en la del “dibujo lineal”, de trabajo menos libre,
sometido a disciplinas más mecánicas, en las que el alumno debía manifestar su
destreza y capacidades en el manejo del compás, de las distintas reglas y,
sobre todo, del control de la tinta china que muchas veces, casi siempre al
final del trabajo, nos sorprendía con la consiguiente repetición.
Los que éramos de Letras nos preguntábamos para qué servía este tipo de
Dibujo, de rayas exactas, de elipses constantes, siempre bajo la tensión del
fluir de la tinta. Sin embargo, con el correr del tiempo, uno fue descubriendo
lo eficaz de esta práctica, pues nos enseñó a ser diligentes, cautos en el
manejo de las herramientas, en el control de nuestras emociones, seguros de
nuestras capacidades, pero, sobre todo, en el descubrimiento de la línea, de
las composiciones lineales.
TEOBALDO POWER Y LOS "CANTOS CANARIOS" |
Cuando llegaba el momento de la clase del llamado Dibujo artístico, yo
experimentaba otras sensaciones, mucho más placenteras, más seguras y libres.
Era más yo. Recuerdo con muchas nitidez la imagen de Don Alonso, de cuerpo
reposado, campechano, sentado junto a mí, en el pupitre, corrigiéndome los
defectos de mis dibujos, de los contrastes, del tratamiento del difumino y,
especialmente, el procedimiento de la perspectiva, que siempre intenté
engañarle porque no tenía muy en cuenta este aspecto. Una vez me acerqué a su mesa y le entregué un
dibujo que representaba una ciudad portuaria, idealizada, enorme, casi
fotográfica, yo diría hiperrealista. Lo vio y lo analizó con mucha atención.
Yo, en cambio, miraba fijamente el movimiento de su mano derecha, del lápiz, porque sabía que
el cualquier momento comenzaba a trazar líneas, correcciones, y a regañarme por
no haber tenido presente las líneas fundamentales. Pero no fue así. Todo lo
contrario. Me felicitó, y por vez primera alguien valoró mi obra, y me dijo que
yo debía estudiar Dibujo en la entonces Escuela de Bellas Artes. Fue el
reconocimiento de lo que ya se agitaba dentro de mí ser. Aún conservo ese
dibujo, que quise esta tarde traer aquí, pero de verdad que no sé dónde lo que
he metido. Sé que está en algún rincón de mi biblioteca, de mis cosas. Espero
que algún día, haciendo limpieza, lo encuentre. Fue el Dibujo, el acicate, que
me empujó luego a estudiar Bellas Artes. El Dibujo que le gustó a Don Alonso
Reyes. Con mi mirada de adolescente, creí que aquel consejo de Don Alonso
suponía reconocerme artista, fue –en términos actuales- haber superado un
casting. Efectivamente, los cursos de Bellas Artes no hicieron de mí un
artista, pues los utilicé para profundizar en el conocimiento de la Historia
del Arte, en el alma de escultores y pintores, en las técnicas empleadas, en la
utilización de los materiales, en ir aún más lejos. Pero el Dibujo siempre me
acompañó, haciendo de él un lenguaje, un estilo en la interpretación de la obra
de Arte.
Y cuando dibujo tengo en mi mente a los que me enseñaron, a los que me
ayudaron a conducir correctamente, pero con libertad, el lápiz sobre el papel. Porque ellos, como Don Alonso,
mantuvieron la grandeza y la necesidad del Dibujo defendida por los viejos
tratadistas como Cennini, que hacía terminadas recomendaciones a los
adolescentes quienes siempre deberán aprender guiados por el maestro. Y lo
mismo el gran Leonardo Da Vinci: “Así te digo a ti, que por naturaleza tiendes
a este arte, que si pretendes conocer con verdad las formas de las cosas habrás
de comenzar por sus partes más simples y no correr a una segunda sin tener
antes la primera bien aprendida en la memoria de la práctica. Si obraras de
otra suerte perderías el tiempo o harto dilatarías el estudio. Y recuerda que
has de adquirir antes diligencia que presteza. Copia primero los dibujos de los
buenos maestros y haz esto según arte y del natural, que no de memoria. Más
tarde dibuja el relieve, guiándote de un dibujo de él sacado. Y en fin, dibuja
un atinado natural, que en él has de avezarte”. Estas recomendaciones, nacidas
de la propia experiencia, fueron el sistema pedagógico de las Academias de
Arte, como la nuestra, que después de su creación en 1849, cuando entonces
también se impartían clases, incluso de noche, por muchos profesores-artistas
como Robayna, Truhillé, Pastor, Fernando Estévez, etc., proponían como inicio
de cualquier aprendizaje artístico el conocimiento y dominio del Dibujo. Había
que ser dibujante primero para luego entrar en el estudio del resto de las
artes plásticas. El Dibujo para el escultor, el Dibujo para el pintor, el
Dibujo para el orfebre, el Dibujo para el carpintero, para el herrero, para
tejedores, para los ceramistas… el Dibujo para hoy, el Dibujo siempre.
Gerardo Fuentes |
Gracias a Don Alonso Reyes por iniciarme en el arte del Dibujo, en el
manejo de los lápices, de los carboncillos, de los difuminos, de las gomas, de
los sprays, de los papeles, de los recursos, de los trucos, de la luz, del buen
trabajo. Gracias a Don Alonso por enseñarme a entender que a veces un lápiz se resiste, se niega a
obedecer el dictado de tu mente. Y gracias porque me facilitó los métodos para
adentrarme en el difícil mundo del retrato, por saber descubrir el color en un
simple papel donde parece que sólo hay líneas negras hacia tonalidades grises.
Espero que estas palabras mías hayan servido para vestir aún más este
entrañable pero querido homenaje al que fue un excelente docente de las Bellas
Artes, del Dibujo, a Don Alonso Reyes.
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