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D. RAMÓN GIL-ROLDÁN Y MARTÍN |
POETA, POLÍTICO Y ABOGADO
Nació
en Santa Cruz de Tenerife, el 28 de febrero de
1881. Cursó los estudios de bachillerato en su ciudad natal.
Fue un político, abogado, periodista, poeta y escritor canario. Era de ideas republicanas y autonomistas. Fue
pensionado para cursar la carrera de Derecho en la Facultad de Sevilla, donde obtuvo el título de
licenciado en el año 1906.
Obtuvo premio extraordinario para ampliar estudios en la
Universidad de Bolonia. También ostentaba el
título de maestro nacional. Fue tipógrafo en la imprenta de "El
Liberal" de Sevilla, de cuya redacción formó
parte. Desempeñó las cátedras de Derecho Romano e Historia del Derecho en la Universidad de La Laguna. Fue
también pasante en el bufete de D. Agustín Rodríguez. Durante 25 años fue
asesor jurídico de la Armada.
Presidente de la Mancomunidad Provincial y diputado a
Cortes por el Partido Republicano Tinerfeño. Insistiría, desde 1908 hasta 1936, final de su
vida política, en la creación de la región canaria y la dotación de un estatuto
autonómico.
En 1908 participó en la Asamblea Tinerfeña, y defendió la Ley de Cabildos Insulares de 1912. Se opuso siempre a la división provincial de Canarias, y defendió la autonomía de Canarias, participando en el primer intento de elaborar un estatuto de autonomía para las islas, frustrado por la Guerra Civil Española.
D. Ramón Gil-Roldán fue un hombre polifacético, ya que supo compaginar
su profesión de abogado con la política y la poesía. La
guerra civil le sorprendió en Santa Cruz de Tenerife, y por estar ya
enfermo de cuidado, no fue molestado en absoluto. En 1915 actuó
como maestro de ceremonias en la inauguración del Teatro Leal, en San Cristóbal de La Laguna. Fue autor
de obras literarias como El
Crimen de Arguayo o el poema
de La Tierra y la Raza (El canto II de este poema fue utilizado por los Sabandeños en su conocida Cantata del Mencey Loco).
LA TIERRA Y LA RAZA
A la señorita Malula López,
Reina por Anaga de Tenerife
en la Fiesta de los Menceyes.
Ateneo de La Laguna,
12 de Septiembre de 1919.
EVOCACIÓN
Desposada del sol, Madre Nivaria.
Matrona legendaria,
Trasunto de la tierra prometida:
Que mi palabra ardiente, estremecida,
vibre en tu honor. Acoge mi plegaria.
Hija del mar y del volcán ingente:
¡Madre! que en tu materna entraña ardiente,
gestas el sacro fuego crepitante
y coronas de nieve rutilante
la majestad excelsa de tu frente.
Para ti la oblación de mis canciones;
a tus pies los rendidos corazones
de todos los poetas tinerfeños,
que osados a los más duros empeños,
leguen tu gloria a las generaciones...
Surgiste un día del profundo seno
del Mar, cuando el Volcán embravecido,
desatando las furias de su trueno,
desgarró con horrísono estampido
la costra térrea, de furores lleno.
Creciste hasta tocar con tu cabeza
las regiones del sol, a Dios cercanas;
y allá, en tus altas cumbres, cual ventanas
abiertas a lo Eterno, el sol te besa
donde el Imperio de lo Ignoto empieza.
Hespérides feliz; manzanas de oro;
Elíseos campos del Dragón tesoro...
¡Todo lo fuiste tú, suelo bendito!
Y Grecia supo consagrarte a coro
por cuna digna de arrullar al Mito.
Tras años mil, inmenso paroxismo
del planeta convulso en cataclismo,
hizo rugir de nuevo a los volcanes,
y a tus pies viste hundirse en el abismo
la Atlántida y su raza de titanes.
Después, la vida autóctona y serena;
la deseable «descansada vida»
del hombre primitivo, que convida
a reposar, libre de dolo y pena...
La vida pastoril... la vida ida...
¡La Libertad! ¡La Libertad sagrada!
La esclavitud suprema del trabajo;
el amor a la bella deseada,
por la virtud al tálamo elevada.
En el Cielo Achamán; Guayota abajo.
La Edad media pasó. Tú no supiste
de bárbaros, de moros ni cruzados,
que en tus alegres valles encantados
—nueva Arcadia feliz— te recogiste
apacentando libre tus ganados.
Fuiste así, cuando fuiste, Patria mía,
y así un viejo poeta te cantaba,
lleno de amor y de melancolía;
«Un cabrero en la cumbre, que silbaba;
»una bella pastora, que corría;
»una rústica flauta que llenaba
» los riscos y las grutas de armonía.
»Tales fueron los goces fugitivos
»de cien generaciones ignoradas;
»tales fueron los cuadros primitivos
»de las islas, antaño Afortunadas»...
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BUSTO DE N. GRANADOS |
La nueva Edad llegó... ¡Castilla era!
¡Fastos de la grandreza castellana!:
El arnés... La tizona toledana...
Hierro y cilicios... ¡Isabel primera!
¡Sús y al Estrecho, hueste mahometana!
La cruz sobre las torres de Granada;
la cruz decora el gonfalón de guerra;
la cruz se acopla al puño de la espada;
la cruz cierra la brecha a la estocada...
¡Por la Cruz al Imperio de la Tierra!
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Un silbido partió de la atalaya;
la gente guanche invade los alcores;
y en tanto los audaces invasores,
las naves al dejar, ganan la playa
con estruendo de trompas y atambores,
¡Tagoror! Se congregan los Menceyces,
dignos por sus virtudes de ser Reyes;
cabales en la lid y en el consejo,..
¿Sin lucha han de acatar ajenas leyes?
¡Responda la matanza de Acentejo!
Luego el rudo y feroz encontronazo;
Castilla hierro al pecho, hierro al brazo...
El banote y la cruz,.. Vencen las cruces...
La añepa se abatió, quebrose el mazo
al foguear de mosquetes y arcabuces.
¡Ultimo Sol del Beñesmén ansiado!
¡Padre Magec, por fecundante amado!
¡Ve a hundirte tras Echeide silencioso!
¡No alumbres más a un pueblo esclavizado!
¡Ya no mas libertad, Magec radioso!
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Clamó el guanche... Ufanose el castellano;
y siguiendo en la Historia su camino,
cumpliose de ambos el conjunto sino.
Lo que de Dios la creadora Mano
había escrito en el libro del Destino
Cesó la cruenta, lucha fratricida.
Las dos razas son ya la Raza sola,
que a un futuro de paz el odio inmola...
Castillo y Dácil... ¡El Amor!... ¡La Vida!...
¡Nuestra sangre que es guanche y española!
¡El Ocaso!... Si al fin se puso el sol
en los dominios del hispano Imperio,
recoje el Teide el último arrebol
del gran Magec que parte a otro hemisferio;
porque es el Teide guanche y español.
¡El Teide! ¡El padre Teide! ¡Ingente peña
que guarda el fuego en su ignescente entraña,
v surgiendo del mar, del sol se adueña!...
Si alto en la Historia está el nombre de España
más alto está en la tierra tinerfeña.
II
EL MENCEY LOCO
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"Mencey Loco" de Alonso Reyes |
Dicen que murió la raza,
y nunca fue raza muerta,
raza que acabó en la historia
por vivir en la leyenda.
Ni pudo morir jamás
quien de esclavo se liberta
rompiendo, para ser libre,
de la vida las cadenas...
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Oid la doliente historia
de Beneharo de Anaga,
el Mencey desventurado
que enloqueciera de rabia
al perder la libertad
de su estirpe y de su Patria.
Y fué para enloquecer...
Nunca a las playas de Anaza
con ambición de conquista
un extranjero arribara,
que no hubiera de medir
con Beneharo sus armas,
y al cabo, tras el combate,
vencido y roto marchara.
Digalo Sancho de Herrera,
diganlo Fernán Peraza
y Francisco Maldonado,
gobernador de Canaria...
A todos supo vencer
altivo el Mencey de Anaga.
Su añepa nunca abatida,
victoriosa paseaba
desde la orilla del mar
hasta la cumbre escarpada
de las selvas que coronan
el valle de Taganana.
Y cuentan que en esas luchas
con caudillos y piratas,
amazona singular,
al frente de su mesnada
arrogante se batía
la princesa Guacimara.
Y cuentan que era tan bella,
y cuentan que era tan brava,
y cuentan que tal hechizo
escondía en su mirada,
que más de un aventurero
quedó en las playas de Añaza
cuando no herido del cuerpo
herida de amor el alma...
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Los Sabandeños (Disco) |
Más sobrevino el de Lugo,
y tras el primer esfuerzo
armado en la Gran Canaria,
cou Guanarteme el converso,
volvió a la carga, y los guanches
¡Ya la libertad perdida!
¡Ya derrotado el Ejército!
¡Ya homenaje de adhesión
rinde a Lugo el tinerfeño!
Ya no más luchar de frente,
cara a cara y pecho a pecho;
ya el banote se quebró
del arcabuzazo al fuego,
¡Ya la libertad perdida!
¡Ya derrotado el ejército!
¡Era para enloquecer
de horror y remordimiento!
Y Beneharo enloqueció;
arrojó diadema y cetro,
y vagando por las cumbres
anduvo de cerro en cerro,
espantando a los rebaños
con sus profundos lamentos:
gritos de rabia y dolor,
imprecaciones al cielo,
que en sus alas recogían
las águilas y los cuervos.
¡Guañoht! ¡Achamán!, gritaba...
¡Achamán!, repetía el eco,
de los profundos barrancos
repercutiendo en los senos...
Vuelto a la razón un día,
-más loco cuanto más cuerdo
el Mencey llamó a los suyos;
y por concertar las paces
se apercibió, con doscientos
de sus fieles, que sin armas,
obedientes le siguieron...
que en requisa de ganados
hasta la cumbre subieron,
un tal Rodrigo de Barrios,
nacida para ser siervos:
rendíos, que a cuenta echada
tenemos vuestros pescuezos,
y ya supimos a cuantos
han de tocar por acero».
Dijo, disparó el mosquete,
arengó a sus compañeros,
y en una nube de plomo
los pobres guanches envueltos
se dispersaron heridos
por los opuestos senderos...
Quedó Beneharo solo
sangrante en mitad del pecho,
pero firme, desafiando
las veinte bocas de fuego...
Movidos a compasión
aquellos aventureros,
se llegaron hasta él
con ánimo de prenderlo...
Entonces, el Mencey loco,
de un revés tumbó al primero,
y en carrera montaraz,
dejando en el patrio suelo
de su sangre generosa
un imborrable reguero,
trepó hasta la cumbre altiva,
y alzando las manos, trémulo,
en un lúguble alarido
de dolor increpó al cielo:
«¡Guañoht, Guañoht! ¡Achamán!»
¡Achamán! repitió el eco...
Y el Mencey, de un salto ingente,
lanzó al abismo su cuerpo.
.........................................
tal también la historia cuenta;
la historia del Mencey loco
que mueve a loor y a pena.
Alguien quiso deducir
de esta sencilla leyenda,
que con el Mencey murió
la noble raza guanchesca...
No fué verdad: murió el homble;
murió el caudillo de guerra;
más la bella Guacimara,
la altiva y gentil princesa
que con los aventureros
de otro tiempo se batiera,
resignada a su misión,
prolífica por materna,
hizo perdurar la raza,
¡Salve pues, la raza es ésta!
III
A la raza y la tierra mis canciones;
a sus piés los rendidos corazones
de todos los poetas tinerfeñ0s,
que osados a los más duros empeños
leguen su gloria a las generaciones.
|
D. RAMÓN |
Y a vos, bella señora y Reina mía,
- Reina siempre por serlo en este día -
prueba de mi humilde vasallaje,
la humilde estirpe de mi verso os fía
el más rendido y fiel pleito homenaje.
Nacisteis en Añaza; Dios lo quiso;
sin duda por querer que el Paraiso
fincara siempre en la región canaria;
y así en vuestro gentil cuerpo de hechizo
llegó a encarnar el alma de Nivaria.
Dijerase que fuerais, rediviva,
la figura bucólica y esquiva
de Guacimara, la princesa bella;
y mí palabra, a vuestros pies cautiva,
al cantaros a vos la canta a ella...
La raza no murió: vos sois la raza...
Contemplándoos se advierte, por la traza,
la sangre guanche so la piel sedeña.
¡Feliz aún nuestro solar de Añaza
guardador de la estirpe tinerfeña!
Mis versos van a vos, vos elevadlos
como ritual incienso, y ofrendadlos
ante el altar donde la Patria mora.
Con manos de vestal purificadlos...
Mis versos van a vos Reina y Señora.
Nada más puedo daros por mi pena,
princesa guanche de ojos de agarena;
y aunque en mi admiración a nadie cedo,
si sois bella, y gentil, y noble y buena,
si todo lo tenéis ¿qué daros puedo?...
A vosotras también mi pleitesía,
fratia de inmarcesible poesia;
de belleza y virtud, brillante fratria...
¡A vuestros pies también la lira mia,
doncellas de la Patria!
Ramón Gil-Roldán.
Poema publicado integro
en la Revista "HESPÉRIDES"
nº 70, Mayo de 1927